“Hay criminales que
proclaman tan campantes
‘la maté porque era
mía’, así no más,
como si fuera cosa de
sentido común y justo de toda justicia
y derecho de propiedad
privada,
que hace al hombre dueño
de la mujer.
Pero ninguno, ninguno,
ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté
por miedo’,
porque al fin y al cabo
el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del
hombre
a la mujer sin miedo”.