7/10/12


Solo es enemigo mío tu nombre; pues tú siempre eres el mismo, no un Montesco. ¿Qué es un Montesco? No es ni la mano, ni el pie, ni el rostro, ni ninguna de las demás partes que pertenecen al hombre. ¡Oh! ¡Sé tú otra cosa cualquiera! ¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa, tendría el mismo perfume aunque se le diera otro nombre cualquiera. Así, pues, aunque Romeo no se llamara Romeo, al perder el nombre conservaría sus perfecciones intactas. Despójate de tu nombre, Romeo, y en trueque de ese nombre, que no forma parte de ti mismo, tómame a mi entera.